La actuación de Ofelia Medina y Jimena Giménez Cacho con su música, nos muestran esta vida, la de la “mujer de palabras”.

Es Rosario Castellanos la de la felicidad desbordante (“cómo canta la tierra cuando giro”), la presa de la soledad y del dolor (“El que se va se lleva su memoria, su modo de ser río, de ser aire, de ser adiós y nunca.”), la luchadora social (“Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche”), la feminista (“Así, pues, luzco mi trofeo y repito: yo soy una señora”).

En “Íntimamente, Rosario de Chiapas”, dirigida por la propia Medina y con la música original de Giménez Cacho, la poesía es utilizada como un testimonio de vida.

Así, entre música, teatro y poesía, Castellanos se hace presente con los claroscuros que dominaron su vida, pues la puesta en escena rescata no sólo lo desgarrado de su obra, también su ironía, ese humor negro con que Rosario se burlaba de sí misma: “En general, rehuyo los espejos. Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal y que hago el ridículo”.

Si por sí mismo el libro “Poesía no Eres Tú” (de donde se obtuvieron los textos) tiene una intensidad desbordante, Ofelia Medina le da un plus, desdoblándolo, desmenuzándolo, poniéndole su sello personal, rescatando y acercando al público la obra de una de las escritoras más representativas de la literatura nacional.

El escenario estuvo ocupado por muebles que fueron clave en la vida de Castellanos; un escritorio, una mecedora y la bañera en la que terminó su historia, todos con sus palabras impresas, porque fue así como la escritora dejó huella.

El terrible final Rosario Castellanos llegó para concluir la obra, y las palabras (“Te lo voy a decir todo cuando muramos”) resonaron en todo el teatro mientras una mujer desnuda moría en una bañera, electrocutada.

Ante la ovación que el público dejó caer sobre actriz y cellista, Ofelia Medina respondió lanzando una consigna: “La cultura es el antídoto para la violencia, exíjanla. No más armas, cultura”.